jueves, 6 de enero de 2011

Somos el crucigrama de...

Somos el crucigrama de la siesta cuando las verticales y las horizontales no sirven de nada porque el sopor nos pone en las mismas vichurras que se cortan perpendiculares al reloj de piedra de sobre los túmulos de nacimiento estrechos y amarillos como si la sangre hubiera deseado caminar despacio y los recuerdos de siglos se agolparan en un único albor a la luna que nace la noche del eclipse las vendas caen sobrando un perro con alas de gaviota pasa zumbando sobre las cabezas magras y secas a la sal de la ventana del patio y mi gato negro chifla sus canciones de cuna.

A cualquiera le sobra la vida maloliente y el licor de casis en camarines sucios con birretes y espejos en el sur de las pampas y a la vera del miedo del después de la orquesta que es casi como el de después del sexo y fumo un cigarrillo que me levanta el polvo de la mesa del living. (La pelota rebota en la basura mientras pierden las ganas de barrer los establos y desvían los ríos en mil alcantarillas).

Nos sobra la paz de la alameda y el pañuelo de seda que se suelta en la calle principal de los pueblos natales a escondidas del beso donde cada quien tiene un nombre y una peluca y sin pensarlo mucho se cimentan los cuadros de pintores ajenos a naturalezas muertas y golondrinas de paso hoy me creo mendigo y me siento bandera como si ser quienes somos nos dejara la cena preparada y las luces prendidas en una sala seca de sonidos y estufas quiero salir volando pero me atrapa un mástil de maderas de hoguera y sé que los insectos se me cagan de risa mañana a la mañana adelanté mis manos y no pude mirarlas por más de tres segundos y supe en ese instante que lo que fue la gloria no es más que un cuento chino de año nuevo en febrero.

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